domingo, 16 de septiembre de 2007

Querido lumbago

Doy vueltas en la cama. El dolor de espalda me despierta a las 7.00, a la misma hora que lo haría un pitido si no estuviera de baja. Estoy de mal humor. Una semana sin apenas moverme. Y tengo hambre.
Enciendo la televisión y acto seguido me dirijo a la cocina a preparar una tostada con mantequilla y esa mermelada de cereza picota del pueblo, benditos pequeños placeres.

Empieza el telediario. Y voy escuchando una voz entrecortada por otras a golpe de video informativo.
Un accidente múltiple se cobra la vida de cinco personas, tres de ellas de la misma familia. María Cantero ingresada de urgencia en el Hospital Clínico de Barcelona, tras ser apuñalada por su pareja mientras dormía. Veinte niños fallecen en Irak tras explosionar el artefacto de un suicida en la puerta de un colegio. A Rocío le vence finalmente el cáncer tras una dura batalla.

Aborto la operación desayuno, haciendo saltar la tostada antes de tiempo. Quizás más tarde recupere el apetito.
Vuelvo a tumbarme en la cama con la televisión encendida. Pierdo la mirada en la pantalla y por unos instantes dejo de oír.
Me visualizo en un camino lleno de minas personales, enterradas, esperando acabar con mi vida o “simplemente” mutilarme. Siento miedo de avanzar, me paralizo. Quieta estoy a salvo. Mejor no andar.

El estruendo de un anuncio cualquiera me devuelve a mi realidad.

Respiro hondo. Suspiro.

Querido lumbago, no volveré a quejarme de ti. Pero tengo ganas de seguir caminando.

2 comentarios:

José Manuel Díez dijo...

Ese maldito lumbago... Espero que poco a poco vayas recuperándote niña, porque bailar el Desván del duende sólo con las cejas queda muy soso. :-)

De todas formas, escribir en el blog puede servirte para reposar...
:-) (again)

Besos

Anónimo dijo...

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